LA FÁBULA DEL ASNO Y EL BÚHO.
En el bosque azul, hace ya un tiempo, resonó la famosa
historia del señor Asno y del señor Búho. Se decía que el señor Asno parecía
ser muy ignorante y era continuamente discriminado por sus amigos; por el
contrario, el señor Búho, tenía fama de sabio, era un lector erudito, tenía una
amplia biblioteca en su casa, y a menudo lo buscaban los demás animales del
bosque para hacerle todo tipo de preguntas. Digamos que el búho, era un
diccionario con patas. Pero pese a sus diferencias, el señor Búho y el señor Asno
eran los mejores amigos.
Lamentablemente, tenían muchas necesidades
económicas que los obligaba a trabajar de sol a sol. Los dos trabajaban en la
fábrica del señor Conejo, un empresario muy adinerado que contrataba a los animales
del bosque y sus cercanías para confeccionar ropa y calzado para los animales
de ciudad.
Eran tan buenos amigos, que saliendo de su jornada
laboral salían juntos a pasear cada tarde. Comúnmente el señor Búho tenía
pereza y le pedía al señor Asno que lo llevara en su espalda.
Un buen día mientras paseaban por el bosque y bebían
agua del lago, oyeron a una cría de mono de llorar, no pudieron evitar la
curiosidad y se acercaron a preguntar qué le sucedía.
El bebé Mono confesó que sus padres habían salido en
busca de alimentos pero que no habían regresado en todo el día y les dijo que tenía
mucho miedo de pasar la noche solo, porque le temía a la oscuridad.
Advirtiendo el peligro que corría solo en el bosque,
el señor Asno dijo: -Búho: No podemos
irnos de aquí, es nuestro deber cuidar a bebé Mono hasta que regresen sus
padres- El señor Búho replicó inmediatamente: - Me disculpas Asno, pero mañana tenemos que trabajar desde muy temprano,
no podemos desvelarnos aquí cuidándolo, no, de ninguna manera podemos, ¿y si
nos corre el señor Conejo? Tenemos muchas deudas, si perdemos nuestro empleo,
lo perderemos todo. ¡Vamos Asno! ¡Regresemos
a casa a dormir!-
Pero el señor Asno, vio como bebé Mono se alegraba
viéndolo y se abrazaba de su lomo, se conmovió a tal punto que dijo: -Pues yo prefiero quedarme hasta que regresen-.
El señor Búho asombrado le dijo: ¿Te has
vuelto loco? bueno, si siempre lo has estado, no me sorprende, pero dime ¿porqué
dices eso?-. El señor Asno respondió valientemente:-Porque aunque no es mi sangre, es una criatura de este bosque, y merece
nuestro apoyo-.
-Como digas-
dijo el Búho- yo ya te dije que me voy a
dormir, allá tú mañana cuando no puedas levantarte temprano y te despidan-.
Pero el señor Asno pensaba diferente: -Aún
si pierdo mi empleo, habrá otra empresa que me contrate. No temas bebé mono, no
te abandonaré-.
Búho tenía mucho temor de ser despedido porque el
señor Conejo era muy estricto con los horarios y no perdonaba jamás las
impuntualidades, así que regresó a su casa sin sentir culpabilidad. Asno permaneció a lado de bebé Mono jugando con él,
estuvo así casi toda la noche, hasta que tres horas después del amanecer,
finalmente llegaron el señor y la señora Mono. –Hijo, por favor perdona nuestro retraso, un día te contaremos qué pasó,
lo importante es que ya estamos de vuelta, y no te dejaremos jamás-. Bebé Mono
estaba muy feliz de verlos, aunque algo consternado porque su padre tenía un
muy mal aspecto. Los abrazó con gran alivio y después les platicó del
sacrificio de Asno, que por cuidarlo durante toda la noche ya había seguramente
perdido su trabajo.
La señora Mono con gran agradecimiento hacia el señor Asno,
lo acompañó a la fábrica del señor Conejo
para contarle todo lo sucedido, y lograr así que conservara su empleo.
Cuando llegaron a la fábrica el señor Conejo los
recibió con gran disgusto: -Este Asno del
bosque no tiene ningún sentido de la responsabilidad, voy a tener que suspenderlo-.
Entonces intervino la señora Mono:- ¡No!
Espere señor Conejo, queremos contarle lo que pasó. Permítanos explicarle por
favor: Ayer mi esposo y yo fuimos en búsqueda de alimentos, pero no encontramos
nada cerca y tuvimos que alejarnos cada vez más para encontrar algo, después mi
esposo cayó por accidente río abajo, llamé a otros monos del bosque por ayuda,
pero la corriente estaba muy alta y tardamos mucho tiempo en sacarlo del agua, afortunadamente
no tuvo heridas graves, pero mientras batallábamos y sufríamos con él, bebé Mono
estaba sólo en nuestro árbol-. El señor Conejo la miraba sorprendido.
Prosiguió la señora Mono: -Por fortuna, esa tarde pasaron sus dos empleados Asno y Búho por el
lago y escucharon a bebé Mono llorar, sin embargo, temiendo que usted lo
despidiera, Búho se regresó a su casa a dormir, pues le preocupaba mucho
descansar bien para levantarse a tiempo y no llegar tarde; en cambio, Asno,
lleno de amor por los animales del bosque, prefirió perder su empleo a
abandonar a nuestro hijo, gracias a él lo encontramos a salvo-.
Al haber oído esta historia, el señor Conejo dijo:- Yo creía que Búho era el más sabio de los
animales del bosque, y quiero que me perdones Asno, porque yo pensaba que tú eras
el más ignorante. Pero ahora veo la verdad, tú eres el verdadero sabio entre
nosotros, y viéndolo con mayor claridad, Búho es el más ignorante de todos. Ya
no te preocupes más, mi querido amigo Asno, quiero que sigas trabajando para mí,
pero esta vez, como mi secretario personal, mi empresa necesita gente como tú.-
Desde ese día el señor Asno trabajó muy felizmente en
la oficina del señor Conejo, mientras el señor Búho, lamentablemente, siguió
trabajando en las máquinas de coser por algunos años más.
El amor es sacrificio,
no egoísmo, y todo aquél que por amor se sacrifique a favor de sus hermanos,
tarde o temprano tendrá su recompensa.