Hace mucho tiempo, en un valle de flores y cascadas,
vivía muy en paz una comunidad de palomas. Estaban muy bien organizadas y
actuaban siempre de acuerdo a las palabras del palomo mayor, bisabuelo y jefe
de la comunidad. Se decía que era muy sabio puesto que contaba con la
experiencia de muchos años y con los consejos que los antepasados le habían
transmitido. Todas las palomas le tenían gran respeto y obedecían sus mandatos
con amor.
Pero un día desafortunado, una de las jóvenes palomas,
empezó a agitar a la comunidad (esto a espaldas del palomo mayor) diciéndoles:
-¿Qué ustedes no saben pensar por sí mismas? Entiendan que no podemos depender
de la voluntad del palomo mayor, él ya está viejo y tiene sus ideas que a nosostros
no nos van. ¿Qué no ven que no tenemos libertad? Debemos divertirnos, salir de
paseo por el valle, ir a las cascadas, oler las flores, ¡ya no podemos quedarnos
como estatuas en los nidos!-
Una sola paloma replicó: -¡Imposible! El palomo mayor nos
ordenó permancer aquí cuidando a nuestros pichones, dijo que por ningún motivo
debíamos abandonarlos. ¡Debemos obedecerle!-
Pero la joven paloma se rió con desdén, burlándose de
ella. –Hagamos lo que queramos, verán que nada malo sucederá. ¡Vamos! ¡Pierdan
el miedo! ¡Vivan!-Todas sintieron gran entusiasmo ante las novedosas palabras
de la joven paloma, y decidieron salir de paseo pese a las instrucciones del
sabio palomo mayor.
Pero sucedío que mientras jugaban en el agua de las
cascadas, desde el cielo un águila calva observó con gran gozo que los nidos de
los pichones estaban sin ser custodiados, se lanzó sin espera hacia ellos, y no
se detuvo hasta habérselos comido todos.
Después huyó a gran velocidad y se perdió en el horizonte.
Cuando las palomas volvieron, encontraron los nidos
vacíos y vieron con terror los restos de sus plumas y su carne. Las madres gritaban
sin descanso, lanzaron fuertes alaridos de dolor y de culpa, nunca antes se
había visto en la comunidad un día más pesaroso.
Fue entonces, cuando una mamá paloma se levantó con valor
y convocó a todas en una asamblea: -Nosotras estamos muy dolidas por lo
sucedido a los hijos de esta comunidad, que apenas podemos sostenernos en pie,
pero quiero que estén concientes, que nosotras mismas provocamos nuestra
desgracia.
–Es cierto-
intervino su hermana: -esto nunca hubiera sucedido si hubiéramos escuchado las
sabias palabras del palomo mayor.-. La mamá paloma retomó la palabra: -Así es,
el palomo mayor nos protegía a través de sus leyes, pero nosotros no pudimos
apreciarlo. Pensábamos que nos quería limitar, que nos ponía prohibiciones por
ser un viejo amargado. Ahora veo que todo lo decía por amor, para
salvaguardarnos y ¡cómo lamento no haberlo escuchado! Lo único que queda por
hacer, es reconocer su sabiduría y obedecerle con gran placer, porque él es la
voz de nuestros antepasados y su voluntad representa nuestro bienestar. Al
palomo mayor que nos cuida, ofrezco mis reverencias una y otra vez.- A partir
de ese día, la comunidad volvió a obedecer al palomo mayor, y nunca volvieron a
lamentarse.
Sigue las leyes de los sabios y feliz tú serás, pero si escuchas
al rebelde, verás lágrimas correr.