La fábula del ciervo y el tigre


En una planicie de África, había un tigre muy amargado que vivía solitario y triste, había nacido en una familia de expertos cazadores que consumían diariamente diversos animales. Al igual que su familia, el tigre Ruge Fuerte cazaba diariamente un animal de tamaño mediano. Esto era lo mínimo que aceptaba como alimento para satisfacerse.

Un buen día, Ruge Fuerte andaba en busca de una víctima a quien cazar, su hambre era muy grande y se sentía, por lo mismo, malhumorado e impaciente. De pronto, vio pasar un ciervo que saltaba con mucha gracia y contento, al principio, dicha escena le provocó una sonrisa. -Ese ciervo ha de ser muy feliz-, pero entonces, su estómago rugió y con ello advirtió que su comida había llegado.

El ciervo que saltaba con contento ese día era Felandio el Bueno, un animal muy amable y generoso, que constantemente pensaba en cómo agradar a los demás. Le gustaba vivir en armonía y por eso vivía con mucho gozo. Pero  Felandito no imaginaba lo que le iba a suceder, saltaba como cualquier otro día feliz, hasta que de pronto vio un tigre aproximarse, corrió lo más rápido que pudo, pero de unos minutos de persecución, se dio cuenta de que el tigre era muy veloz, corriendo no podría escapar de su vista, entendió que si quería salvarse, tendría que recurrir a su inteligencia.

Entonces, se detuvo súbitamente y se quedó de pie a esperar que llegara el tigre, fue entonces cuando se quitó el sombrero y viéndolo a los ojos, con la sonrisa más amable que nunca antes había hecho, le dijo: -¡Buenas tardes señor tigre! Soy Felandio el Bueno para servirle. ¿Con quién tengo el gusto?-

El tigre quedó atónito, mudo por unos momentos, mientras veía la tierna y hermosa sonrisa de Felandio que lo veía a los ojos sin temor alguno. –Mi nombre es Ruge Fuerte de la familia de los Fuerte de la Roca Oscura. Imagino que has oído hablar de nosotros.- El ciervo contestó con una voz muy calmada y amable: -Sí, ustedes son muy famosos por acá-. Ruge Fuerte se entusiasmó de escuchar eso, sonrío con orgullo, quería  escuchar adulaciones: -Me alegra escuchar esa noticia, no sabía que mi familia era conocida por estos rumbos, porque yo soy un tigre muy solitario, me alejé de casa desde hace algunos años atrás. Pero dime, Felandio, ¿qué has oído hablar de mi familia?-

Felandio no dudó en contestarle: -¿Quieres verdaderamente escuchar lo que se dice de tu familia? Te hablo con honestidad, hay cosas que preferiría no decir frente a tu distinguida presencia.- Ruge Fuerte se sorprendió mucho, no sabía porqué el ciervo decía esas cosas: -Felandio, me has asustado, ¿porqué dices eso? Te ruego, por favor, digas la verdad sobre lo que dicen acerca de nosotros-.

Así sea pues- dijo el ciervo- Aunque hubiera deseado no lastimarte. Todos los animales de la zona, además de los animales de las zonas aledañas de 500 kilómetros a la redonda (que es el área que he explorado hasta el momento) dicen que tu familia es una prole despiadada e ignorante-.

–Ruge Fuerte se enojó mucho al oír estas palabras, pero al ver los grandes ojos de Felandio que lo veían, esta vez, con una profunda compasión, quedó consternado y le preguntó: -¿Porqué dicen esas cosas de mi familia? Habla, amable Felandio, me inspiras una gran confianza, y quiero escuchar de tu boca  porqué dicen esas porquerías de mi amada familia. Pero, no pienses mal de nosotros, yo te aseguro que somos personas de bien, ningún tigre de mi familia es como los animales refieren-.

Felandio el Bueno, respondió con tristeza: -No es mi intención ofenderte, pero debes escuchar que tu familia sí es despiadada, y por lo mismo, es ignorante. A razón de su crueldad, han muerto cientos de ciervos parientes míos, incluídos mis abuelitos Terencio y Racelia, mis sobrinos más pequeños Urani, Esparfo, Delén, mis tías Rúper, Serana, Ponfita y Queta, entre muchos otros vecinos del área, todos, gente de bien, gente que nunca en su vida hizo daño a otros, que siempre vivió en paz con todos y se alimentaba exclusivamente de hierbas y frutos para no causar sufrimiento a ningún animal, padeció en manos de tu familia, que prefiere derramar sangre para comer. Por eso tu familia es tan temida, pensar en su apellido, quita el sueño a muchos y da a otros pesadillas por las noches -.

Ruge Fuerte lloró en silencio, y desvió su mirada hacia la lejanía, después de unos minutos, volvió en sí y confesó: -Felancio, buen ciervo, cómo me duele decirte que tienes razón, jamás había pensado en el dolor que les causamos, qué ignorante he sido. Hoy veo que no soy tan bueno como creía ser, porque jamás pensé que ustedes los ciervos también tienen sentimientos, yo sólo los veía como objetos de placer. Lloro con rabia por este dolor de haber matado a tu familia, si no fui yo, fue alguno de mis hermanos o de mis padres, pero al fin, es culpa de todos, por apoyar una conducta tal. Pero, ¿sabes porqué sufro más, Felancio? Porque ya no quiero que se derrame más sangre y no sé cómo parar, cómo hacer las cosas diferentes. Por ejemplo, ¡ahorita me muero de hambre!

Felandito se asustó y abrió más sus ojos –Ya no temas- dijo Ruge Fuerte -Pensaba matarte, pero ahora que te conocí, no deseo hacerte  daño, ni a ti ni a tu familia ¡ni a nadie! He entendido que todos somos iguales. Pero tengo miedo, porqué no seeé qué haceeer –rugió con desesperación.

Observando a unos metros estaba una jirafa que había escuchado las palabras de Ruge Fuerte y se acercó para ofrecer su ayuda: -Amigo, no llore, no sufra más, mi familia y yo le ayudaremos, podemos indicarle los frutos de cada árbol para su interminable deleite, incluso, me ofrezco yo misma a bajarlos en caso de que estén inaccesibles para usted. Todos mis hermanos, como yo, le ayudaremos. No se preocupe más-.

Desde ese día, Ruge Fuerte se abstuvo de matar animales, y se sintió muy feliz de controlarse a sí mismo, a menudo decía para sí: -Con esta dieta abundante de frutas deliciosas además de disfrutar, he aprendido a respetar -  Así se hizo muy amigo de los ciervos, de las jirafas y de muchos otros animales de la planicie, dejando de ser un tigre amargado y solitario.

Se cuenta que tiempo después, regresó a visitar a su familia, y que se veía tan feliz y se portaba tan amablemente, que sus abuelos ya no lo reconocían. No pudieron aguantarse la duda y le preguntaron: -¿Y ahora porqué estás tan feliz nietecito nuestro? ¿Qué mosca te picó?-, Ruge Fuerte les contó sobre su experiencia con Felancio, y sobre cómo había logrado respetar y amar a todos, y afirmó con valentía ante todos: - Al sacrificar la carne animal, que antes veía como un placer, descubrí un goce superior, el de la amistad verdadera hacia los animales de la planicie-.

Dicen que también les contó sobre lo mal que eran vistos por el resto de los animales, y que al escuchar tales cosas, su hermana menor, decidió partir con él para aprender a comer frutas y cambiar. –Yo también quiero ser feliz como tú, Ruge Fuerte, y quiero dejar a los demás ser felices también-.

Porque más valiosa que la carne al paladar es la vida de cualquier animal.

Sonia Selene De León González.