La fábula de los gatos casados


Eran dos hermanos muy fiesteros, Cecilio y Terencio,  ambos eran gatos muy jóvenes, pero ya estaban casados. Todos sus amigos de la infancia estaban solteros y tenían novias hermosas, pero desafortunadamente, ellos estaban casados con mujeres feas y desarregladas, que casi nunca se peinaban y andaban todo el día en pijamas. Pancracia era la esposa de Cecilio y Rogelia, la esposa de Terencio.

Los amigos de Terencio se burlaban a menudo de su esposa: - ¡Ay Terencio, vaya gustos que tienes! Jajajajajajajajaja Ya en serio, Terencio, con esa gata fondonga que encontraste nunca vas a ser feliz ¡tú te mereces algo mejor!- Terencio casi no les hacía caso, aunque a veces sí se enojaba con ellos.

Un día, los hermanos asistieron a una fiesta donde conocieron a dos gatas muy bellas. Lila, una gata muy refinada, se acercó a Terencio y permaneció platicando con él toda la noche. Ella hablaba siempre con palabras bonitas, y así fue como robó su inteligencia, pues él quedó profundamente enamorado de sus encantos.

Por su parte, Cecilio, también conoció a una gata esa noche, Rosa era su nombre, un poco más bella que Lila y con una sonrisa muy contagiosa. Rosa intentó conquistar a Cecilio, le dijo que él era un gato muy especial y que ella sería muy feliz si pudiera tenerlo como novio. Él sintió que caía de un precipicio ante el recuerdo de su Pancracia, que despeinada y en pijamas lo recibía cada tarde. En cambio, parecía que Rosa era enviada del cielo.  

Pero a pesar de su aspecto descuidado, Pancracia y Rogelia tenían muy buenos sentimientos, eran excelentes madres, y esposas fieles  que los amaban verdaderamente.

Cecilio estaba a punto de besar a Rosa, cuando de pronto recibió una llamada de Pancracia. –Amorcito miau miau, sólo llamo para recordarte que te quiero muchísimo y que he preparado una cena especialmente para ti, por favor no te demores-. Entonces Cecilio sintió un nudo en su corazón, vio su deshonestidad al haber pensando en ser novio de Rosa, y al mismo tiempo, recordando a su amorosa esposa, se dio cuenta que no tenía nada que buscar fuera de casa, porque todo lo que verdaderamente importaba ya lo tenía ahí. –Voy con mi Pancracita- pensó, y se fue rápidamente de la fiesta, dejando a Rosa algo molesta. Sin embargo, al cabo de unos minutos, Rosa se aproximó a otro gato y pasó la noche platicando tan contenta como si nunca hubiera conocido a Cecilio.

Cecilio regresó a su casa y se sintió plenamente feliz de ser un gato virtuoso y confiable. Hubiera querido decir que Terencio hizo lo mismo, y que también fue después muy feliz, pero lamentablemente, eso no sucedió.

Terencio, ofuscado por la belleza de Lila, abandonó a su esposa Rogelia, quien lloró y gritó de dolor junto sus cinco gatitos que tenían pocos días de nacidos.  Uno de los gatos bebés, se negó a seguir tomando leche y murió después de una semana. La tristeza reinaba en la casa de Rogelia, así como en el corazón de Terencio, que sintió a la culpa quemarlo como el fuego a la leña.

Lila, por su parte, trató a Terencio como un esclavo, obligándolo a robar para comprarle joyas y coches. Un día, Terencio, no consiguió escapar a tiempo, y fue atrapado por los gatos policías, pasó días en prisión, y se dice que Lila, nunca fue a visitarlo. Después de esa experiencia, trató desesperado, de volver a casa con Rogelia y sus gatitos, pero se negaron a abrirle la puerta. Se cuenta que sintió tanto dolor que dejó de comer, como su gatito, y sucumbió.

La unidad de la familia y la fidelidad son fundamentales para la felicidad.

Sonia Selene De León González.